sábado, 21 de marzo de 2020

Misterios de los océanos.



El ser humano, el hombre del siglo XXI, está empeñado en explorar el espacio, en lograr difíciles metas y casi impensables empresas. Miramos al espacio embriagados por su inmensidad sin darnos cuenta si quiera que es en nuestro planeta Tierra donde tenemos un mundo por descubrir, un mundo por investigar... El 70% de los misterios que guarda con celo nuestro planeta se encuentra sumergido, y el ser humano, la Ciencia, aún no ha querido, o no ha sabido, adentrarse en ellos... Misterios que van desde los viejos continentes perdidos hasta la mitológica Atlántida, que parece más el sueño idílico de Platón que de una realidad sumergida pero... ¿Y si fuese real? Estaría en algún punto de nuestros infinitos océanos esperando ser descubierta.


Quizás ese evocador recuerdo de la Atlántida es el que se refresca en nuestra memoria cada vez que se realiza un descubrimiento submarino que nos llena de admiración y sorpresa, da igual en qué lugar del mundo, ¿acaso el misterio es patrimonio de alguien? Bimini, Yonaguni... Serían algunas de esas sorpresas sumergidas. Ciudades perdidas, ciudades sumergidas, islas fantasmas... ¿Cuánto de leyenda y cuanto de realidad hay en todo ello? Quizás más de lo que pensamos, porque muchas de ellas se encuentran reflejadas en pérdidas epopeyas en libros sagrados o en la misma Biblia...Relatos impresionantes que nos hablan de diluvios mortales o Arcas salvadoras de la Humanidad...¿Leyenda o realidad?




El Continente Mu


Fue Platón el que popularizó la idea de la Atlántida a través de sus escritos, de sus diálogos... Una civilización que habitaba una isla más allá de las columnas de Hércules, más allá del Estrecho de Gibraltar. Pero desapareció en un día y una noche hace 10000 años en un cataclismo sin igual... Esto que parece una leyenda, sin embargo, podría contener mucho de verdad o esconder la existencia de otros continentes, o grandes extensiones de tierra, sobre nuestro planeta y que ya habrían desaparecido... Hace miles de años. En el Manuscrito Troano, un códice maya, del Museo Británico se narra: «Después de haber sido levantada dos veces, el país de Mu fue engullido durante una noche, después de haber sido minado por debajo de manera ininterrumpida por volcanes subterráneos. El continente subió y bajó varias veces, por último el globo cedió y diez naciones quedaron arrasadas y aniquiladas. Se hundieron con sus 64 millones de habitantes».
Y es que Mu habría desaparecido en el mismo tiempo que lo hizo la Atlántida, la mítica Atlántida: hace diez mil años. Estaría ubicado sobre el océano Pacífico y sería una llanura habitada por el hombre. Quizás de ahí los grabados precolombinos de aquellos que vivían «en el país del Sol». Los relatos son análogos a los que disponemos de la Atlántida, es más: si les quitáramos el nombre parecería que se está hablando del mismo lugar, pero no, uno estaba ubicado en el Atlántico y el otro en el Pacífico. Fue el coronel James Churchward quién popularizó la existencia de Mu a raíz del descubrimientos de un templo en Yucatán, precolombino, en el que creyó encontrar la huella de Mu. En la India se hallaron tablillas que hacían referencia a este continente a la vez que se narraba como culturas como la egipcia, la hindú o las americanas serían vestigios de la que habitó Mu...
Mu habría ocupado un gran espacio en el Pacífico, entre la Isla de Pascua y las islas Fidji, queriendo así explicar la construcción de los antiguos y enigmáticos moais. Pero no hay ninguna prueba más, ni a nivel histórico, ni arqueológico. Cualquier prueba de su existencia ha sido borrada y, por tanto, no parece existir... El Manuscrito Troano hace referencias igualmente a leyendas y cultos astrológicos por lo que su solidez ha perdido valor en pro de la existencia de Mu. Las hipótesis del coronel James Churchward tampoco tienen el respaldo de la comunidad científica ya que sus cronologías no se ajustan a las de la ortodoxia... Y tampoco es necesaria la existencia del continente Mu para explicar la existencia de otros pueblos precolombinos...
¿Otro relato legendario como el que refiere la Atlántida? Atlántida, Mu, Lemuria. ¿Todo es un mito?
En el año 2001 aparecieron restos de ciudades sumergidas en el océano índico frente a India. Su antigüedad: siete mil años. El problema de MU es no ha dejado ninguna pista que seguir que al menos alimente la duda entre los científico... Sólo un documento que hoy se da por idealizado y en el que se “fantaseaba” sobre astrología, entre otras cosas. Así pues el ser humano deberá seguir buscando esa civilización “puente” que unió a los pueblos de la Tierra y que lo sacó de su “retraso” evolutivo, tecnológico y social.
¿Existe la isla de San Borondón?
Su nombre nos evoca el misterio mismo del mar, las leyendas más enraizadas sobre bellas y épicas narraciones de encuentros con lo extraño y lo enigmático.
San Borondón es la octava isla del archipiélago canario, pero oficialmente no existe. Aunque son cientos los testimonios que, a lo de la historia, se han recogido sobre marinos que la han visto e incluso la han pisado. Tanto es así que Hernán Pérez de Grado, que ostentaba en 1570 el cargo de primer gerente de la Real Audiencia de Canarias recogió numerosas referencias y testimonios sobre la misteriosa isla que incluso aparecería en las cartas de navegación, y eso son ya palabras mayores.
En época de Ptolomeo ya se hacen referencias a la isla, diciendo de ella que «es inaprensible». En 1958 Manuel Rodríguez consigue desde Los Llanos de Ariadne, en La Palma, una fotografía espectacular: una misteriosa isla que aparecía entre la bruma del Atlántico donde cartográficamente, y materialmente, no hay nada. Sin embargo ahí está esa curiosa fotografía... ¿Espejismo? ¿Ilusión óptica?
La leyenda de la isla de San Borondón la encontramos en la historia del monje irlandés San Brandán. Es el monje Barinto quién nos habla de cómo llega a una isla desconocida y el irlandés en embarca para buscar, cosa que logra tras siete años de navegación... Todo ello sucedía en el siglo X y XV y se hizo muy popular entre los marinos de la época. Dándose por cierta la existencia de la esquiva isla. Las narraciones decían que era una isla montañosa (¿?) con un valle con gran vegetación y varios ríos. Fue en 1570 cuando Hernán Pérez de Grado decide recopilar todos los datos y confiere especial importancia a un marinero portugués llamado Pedro Vello quién desembarcó en la isla tras una tempestad, allí describió lo paradisiaco de la isla incluso describiendo a los animales y notó la presencia de ¡humanos!
Pedro Vello se marchó de la isla y cuando quiso regresar le fue imposible encontrarla. Y así ha sucedido a innumerables marinos que han tenido experiencias similares. Entre 1991 y 1992 dos barcos de pasajeros, tipo ferry, chocaron con algo donde teóricamente debió situarse la isla de San Borondón. El “Princesa Teguise” en su diario de a bordo consta: “Chocamos con algo indeterminado que era invisible”.
Entre las islas de El Hierro, La Palma y La Gomera hay una meseta submarina, que hace milenios estuvo sobre el nivel del mar... tal vez esa sea la isla de San Borondón. Actualmente es una isla fantasma una isla imposible que cabalga, como otros misterios modernos, entre la leyenda y la realidad.
El enigma del Lago Rock
Sucedió en los albores del siglo XIX, en el año 1900, allí, en el estado de Winsconsin, en Madison, Estados Unidos, una bajada del nivel del agua en el Lago Rock dejó al descubierto unas construcciones que nada tenía de naturales. Dos pescadores, en su embarcación de recreo, adivinaron a poca profundidad, la forma inequívoca de estructuras rectangulares, piramidales... Pero el agua volvió a su nivel normal y aquello cayó en el sueño de los justos. Fue en 1935, el investigador de la Universidad de Wisconsin, Victor Taylor, decidió bucear en aquel lago en busca de aquel secreto casi olvidado y que quedó al descubierto, por breve tiempo, en el año1900.
Se realizaron numerosa inmersiones hasta que se halló, bajo el agua, lo que parecía una ciudad de hace miles de años. Dada la importancia del hallazgo el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) decidió investigar en el Lago Rock por medio de Max Gene Nohl, uno de los mejores investigadores de la prestigiosa institución estadounidense. Desde el aire percibió las formas de las estructuras geométricas que se hallaban bajo el agua, líneas rectas, ángulos de 90º imposibles en la naturaleza. Al sumergirse, en la segunda fase del estudio, descubrió aquellas construcciones y una curiosa pirámide cónica de 10 metros de altura.
La desaparición del navegante Isidoro Arias
Uno de los casos que más me impactó de los sucesos que pueden darse en la mar fue la desaparición de Isidoro Arias, sobre todo porque en sus últimas comunicaciones afirmó ver extraños seres que subían a bordo de su embarcación. Cierto o no, la verdad es que las circunstancias por las que atravesaba el marino hacen pensar que su estado de salud no era el mejor y que ello le estaba pasando factura. Así lo narraba el periodista J. M. Camacho de Málaga del diario ABC de la capital de la Costa del Sol.
«El barco de vela del regatista malagueño Isidoro Arias, que había desaparecido hace 38 días a 600 millas de la isla británica de Santa Elena cuando intentaba completar una vuelta al mundo, fue localizado en la madrugada de ayer sin su único tripulante por un pesquero en las cercanías del Golfo de Guinea, según confirmaron fuentes del Ministerio de Fomento. El «Islero», un Swan 44, fue trasladado al puerto de Abidjan, en Costa de Marfil, adonde acudió el cónsul español para inspeccionarlo. Aunque se encontraba en su interior toda la documentación, «no había rastro de su único tripulante», según el Departamento que dirige Francisco Álvarez-Cascos.
Desde que se informó de la desaparición a Salvamento Marítimo, dependiente de Fomento, las autoridades españolas «han actuado para conseguir que varios países del Atlántico Sur desarrollaran las acciones oportunas para la localización en sus zonas de responsabilidad de salvamento, de acuerdo con la normativa internacional para la búsqueda en el mar». Las naciones que han colaborado en la búsqueda son Brasil, Sudáfrica, Senegal, Cabo Verde y Reino Unido, según la nota informativa difundida por Fomento.
Síntomas de malaria
En las últimas comunicaciones, el navegante, que había zarpado del Puerto de Benalmádena el 28 de octubre de 2001 y se perdió cuando casi había alcanzado la meta, presentaba síntomas de sufrir una posible malaria en estado avanzado que le llevaba a una confusión mental y a una desorientación extrema, así como alucinaciones propias de la sintomatología del paludismo. En concreto aseguraba ver brujas y humanoides de las que se tenía que proteger encerrándose en el camarote. Fue entonces cuando pidió ayuda a la familia y se perdió todo tipo de comunicación con él tras un año, cinco meses y doce días de viaje, y 28.000 millas recorridas, momento en el que se alertó a las autoridades del Centro Nacional de Salvamento Marítimo (CNCS), que activó la alarma internacional.
La familia de Arias recibió la noticia con angustia y anunció su deseo de viajar cuanto antes a Costa de Marfil, aunque ayer tenían problemas para conseguir el visado. El hijo de Isidoro, Mario, también experto regatista, aseguró a Efe que está pendiente de contactar con el cónsul de Costa de Marfil y con las personas que viajaban en el pesquero que localizó la embarcación para recabar más datos. Mario fue breve al explicar que estaba muy ocupado en la búsqueda de mayores detalles sobre el caso. Nacido en Málaga, Isidoro Arias, un empresario de éxito, piloto de avión y patrón de barco, ha dedicado gran parte de su vida a los deportes de riesgo y aventura. Comenzó en el mundo de la náutica a principios de los años 60 iniciándose en lanchas motoras. Según explicó, decidió comenzar su aventura, entre otras razones, para dar a conocer Andalucía en todo el mundo. De hecho, uno de los principales patrocinadores de la travesía es la Junta.
Desde el momento de la desaparición, su familia se movilizó para presionar al Gobierno español con el objetivo de que dedicase más medios a la búsqueda, y en este sentido desde la página web en la que se podían seguir las peripecias de este navegante solitario se pedía ayuda ciudadana. En concreto, se solicitaba el envío de faxes y e-mail a organismos públicos a fin de conseguir que en los trabajos de rastreo se utilizasen medios aéreos como un avión P-3 Orion del Ejército”.

Eternos misterios del mar que aún aguardan ser descubiertos, ¿se atrevería a descubrir alguno de ellos o vivir experiencias similares?

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